Una de las cosas que pensamos al hablar de felicidad en el trabajo es lo difícil que debe ser conseguirla. ¡No es cierto! Existen cuatro puntos clave sobre los que trabajar para conseguir que nuestra empresa sea un buen lugar en el que trabajar y desarrollarse, un lugar donde trabajar feliz.
Tuve el placer de poder hablar sobre felicidad en el trabajo en ESERP en uno de los Desayunos Directivos. Hablamos de «Del capital psicológico al engagement: apostando por el happiness en el trabajo», título de mi tesina final de máster y tema sobre el que he trabajado muchísimo. Hablaremos más sobre ello.
En el desayuno me centré en los puntos clave que pueden hacer pasar a nuestra empresa de un lugar en el que trabajar a un buen lugar en el que trabajar. Esos puntos son:
– Líder. Se trata de una de las figuras clave como mediador y potenciador de la felicidad, el capital psicológico y el engagement. Debe transmitir una visión de futuro, estimular intelectualmente a los miembros de su equipo, ser un buen comunicador, apoyar a los trabajadores y reconocer sus logros.
– Redes de apoyo. Es imprescindible facilitar y fomentar el contacto entre compañeros eliminando las barreras físicas (en la medida de lo posible espacios diáfanos, sin despachos), colocar los espacios comunes en lugares estratégicos (dispensadores de agua al final de la oficina para «obligar» a todos a verse y moverse por la oficina, cafetera en el centro, salas de descanso en los extremos…) en la medida en la que nuestras instalaciones lo permitan. Además realizar actividades voluntarias fuera de la oficina como ir a desayunar, un afterwork, …, pasar buenos momentos con otros miembros del equipo facilita la colaboración a la hora de trabajar y a fortalecer las relaciones entre compañeros.
– Cultura corporativa. Deben estar claros la misión, visión y valores organizacionales. Además debemos asegurarnos de que todos los miembros del equipo los conocen y que todas las acciones que se llevan a cabo son fieles a estos. Nos debemos guiar por los valores en todas las actuaciones: selección, formación, estrategia…
Tener claro qué somos y qué no somos no solo nos hace fuertes, sino que además garantiza que los miembros del equipo comparten estos valores, los hacen más fuertes y están alineados con el propósito de la organización.
– Cuidado a las personas. Hacer saber a nuestros trabajadores que son importantes, que son tomados en cuenta y que son una pieza fundamental en el equipo. Realizar reuniones de evaluación y seguimiento periódicas, ir a tomar al menos una vez al año un café con esa persona, saber qué es lo importante para él/ella y hacerle saber que se está a su disposición.
Estos sencillos puntos son los que van a marcar la diferencia entre una u otra organización. Simplemente debemos asegurarnos de construir un ecosistema estable, que esté claro qué somos y qué no somos como organización y que nuestras decisiones están basadas en nuestros valores (que además son compartidos por empresa y trabajadores).
No queramos ser algo que no somos, pero si busquemos nuestra verdadera esencia, eso permite desarrollarse desde la libertad y sin tener que luchar en contra de ideales y convicciones, permite dedicar toda la energía al crecimiento y desarrollo y, además, es altamente motivante, lo que se traduce en un trabajo de mejor calidad y en una atención al cliente mucho más dedicada.
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