A la hora de hablar sobre liderazgo y auto liderazgo me gusta plantear el siguiente reto: si ahora mismo entrase un león en esta sala y pudieseis pedir un único objeto, ¿qué pedirías?
Las respuestas a qué hacer si entra un león son de lo más variopintos (y divertidas), van desde escopetas a cámaras de fotos (juré que contaría lo de la cámara de fotos), trozos de carne, jaulas, etc. Y es que nuestra primera tendencia es entender que el león que acaba de entrar es la peor de las amenazas, la segunda es pensar que como líderes debemos ser nosotros los que salvemos a todo el equipo. Ambas son un error.
¿Qué es lo que nos está pasando entonces?
- Estímulo nuevo o desconocido = peligro. Entendemos que nuestro precioso león quiere atacarnos. Puede que no haya rugido, no le hemos visto ni los dientes, pero es algo que no esperábamos y yo he presionado para obtener una respuesta rápida. Atribuímos peligro a ese león, y no nos paramos lo más mínimo a pensar, simplemente queremos acabar con él o neutralizarle. En la vida real nos encontramos muchas circunstancias similares, aparece algo nuevo y pensamos que es algo a eliminar o contrarrestar, sin detenernos a pensar que el peligro quizás no es tanto, sobre todo si tenemos en cuenta que en esa especie quien caza es la leona y que el león se limita a echar grandes siestas.
- Debo ser yo quien acabe con el peligro. Aquí viene la segunda reflexión de la tarea. Sin que yo haya preguntado nada más que por un objeto, todo el mundo se obsesiona en tener algo que acabe con el peligro. ¿De verdad creemos que como líderes nuestra labor es acabar con los peligros mientras nuestro equipo queda impasible? ¿No sería mejor dar herramientas para que sea el propio equipo quien se salve? Si yo tuviese que pedir algo, sin duda serían unas zapatillas de deporte para mi equipo. ¿Para correr más que el león? No, para correr tan solo un poquito más que cualquier otro. No es del león de quien debemos huir, es del resto de la competencia de quien debemos distanciarnos, siendo más hábiles y rápidos.
Uno de las principales trabas a la hora de desarrollar equipos es el sesgo o prejuicio que el líder pueda tener sobre los nuevos acontecimientos. Para llegar a la excelencia y superar las barreras, simplemente debemos preocuparnos de dar las herramientas más útiles a nuestros equipos, para que ellos mismos sean quienes puedan establecer la estrategia y llevarla a cabo, marcando la diferencia entre nosotros y los competidores.
Ser líder no es ser mártir, ser líder no es ser héroe. Ser líder es tener en cuenta la información de forma objetiva, analizarla con calma y proveer de buenas herramientas, sin prejuzgar y sin tener miedo a los cambios. Ser líder es confiar en que tu equipo se va a salvar. Ser líder es empoderar.
Ser líder es ver un león, y ponerse las zapatillas.
Post 14, reto 100 días