¿La gestión de la felicidad de los trabajadores es paternalista?

Una de las principales preguntas a las que me suelo enfrentar es la de si es la gestión de la felicidad de los trabajadores una práctica paternalista en las empresas. Mi respuesta es siempre un rotundo no, pero ese no podrá variar si la felicidad de los trabajadores se sustenta en un hacer felices a los trabajadores.

 

¿Qué es la felicidad en el trabajo?

La felicidad en el trabajo apuesta por los trabajadores felices como pieza clave en una organización. Los trabajadores felices están más satisfechos con su vida, más comprometidos con la organización para la que trabajan y se preocupan mucho más por los éxitos de ésta. Sus niveles de autonomía, creatividad, sentimiento de eficacia y capital psicológico (resiliencia y autoestima), aumentan notablemente.

Teniendo esto en cuenta, no es de extrañar que cada vez más empresas se preocupen por que sus trabajadores sean felices. Ahora bien, ¿de qué estamos hablando cuando nos referimos a ser felices en el trabajo? Aquí es donde empieza el debate.

 

¿Cómo trabajo la felicidad?

Constantemente repito que la felicidad en el trabajo es posible, y que la felicidad se trabaja. Además, en anteriores post comenté que tiene receta.

La forma en la que entiendo la felicidad en el trabajo se sustenta en tener trabajadores con niveles altos de Engagement y Capital Psicológico (resiliencia, autoestima, autoconfianza). Contar con ambos factores implica mayor satisfacción y motivación con la tarea en sí y mayor satisfacción y autoestima personal, implica una mayor eficacia y creatividad y una mejora en los resultados y en las relaciones entre personas. Genera un sentimiento de bienestar y mejora el estado de ánimo. Curiosamente todos los factores que aparecen en la definición de felicidad «Estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo bueno.»

 

El poder de la felicidad

Hablar de trabajadores felices es hablar de trabajadores más creativos, más capaces de afrontar problemas y asumir riesgos, que colaboran mejor como colectivo, que cuentan con las herramientas para superar retos y que, además, se sienten más satisfechos consigo mismos y con su labor.

Hablar de trabajadores felices es hablar de trabajadores empoderados, y la labor de un Chief Happiness Officer debería ser precisamente esa, la de dotar a un individuo, comunidad o grupo social de un conjunto de herramientas para aumentar su fortaleza, mejorar sus capacidades y acrecentar su potencial.

Precisamente por eso la felicidad en el trabajo es poderosa, por que pone en la mano del trabajador la responsabilidad de su crecimiento, desempeño y felicidad, por que le da herramientas para que pueda alcanzar altos niveles de Engagement y Capital Psicológico, para que encuentre en su propio desarrollo su satisfacción y bienestar.

 

Retomemos la pregunta entonces, ¿es la gestión de la felicidad en el trabajo paternalista? No, siempre y cuando tengamos claros que no trabajamos para hacer feliz a nadie, si no para crear las condiciones óptimas para que las personas puedan desarrollarse dentro de la organización de forma autónoma y dándoles herramientas para que puedan superar retos, facilitando el trabajo cooperativo y permitiendo también el desarrollo personal.

Sed felices, sed empoderados.

Feliz semana 🙂

 

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