Un tema recurrente y que no quiero dejar de abordar es el del uso obligatorio de la mascarilla, tan controvertido y recurrente en los últimos tiempos, y un concepto que debería ir totalmente ligado, la conciencia social.
Estamos de acuerdo en la incomodidad que genera o puede generar el uso de la mascarilla. Sensación de ahogo o falta de aire, dificultad para socializar o la molestia de ser algo impuesto y que, simplemente, nos parece que es un capricho de las autoridades o una necesidad de controlarlos. Más allá de todo eso, el uso de la mascarilla debería ir ligado al concepto de conciencia social.
¿Qué es la conciencia social? Ni más ni menos que la conciencia de como nuestros actos y el entorno pueden ayudar o perjudicar el desarrollo de las demás personas de nuestro alrededor. Es decir, se trata de tener en cuenta de como nuestros actos ayudan o perjudican al resto de individuos.
La conciencia social es necesaria para poder progresar como grupo, ya que nos permite estar atentos a las necesidades de los otros y favorece la cooperación entre los individuos, estando atentos a los problemas comunes y llevando a cabo acciones de forma conjunta para superarlos.
Teniendo en cuenta entonces este concepto, el uso de la mascarilla se podría definir como un acto de conciencia social. Como individuo soy consciente del problema o riesgo de contagio existente, no para salvaguardarme yo mismo, sino para “aislarme” como posible foco de contagio que perjudique al resto. Cuando sucede esto, uso para protección del resto y no solo para protegerme yo mismo, surge esta conciencia.
La suma de estas acciones individuales se traduce en un beneficio para todos y el grupo progresa, a través de un comportamiento ejemplar y leal hacia el resto, empático y con capacidad de sacrificio pensando en el bien común.
Por todo esto, y para que juntos podamos salir de esta, poneos la mascarilla.
¡Gracias!